Se robaron una moto de la comisaria cuarta. El pasado sábado 23, una residente de nuestra ciudad experimentó una serie de eventos desafortunados que la dejaron perpleja y frustrada. Mientras circulaba por el Paseo 117 de Circunvalación, se vio involucrada en un accidente, en el cual estaba presente un menor de edad. Tras el incidente, las autoridades retuvieron su motocicleta en la Comisaria 4° de Villa Gesell y la trasladaron al hospital para realizarle pruebas de extracción sanguínea y otros procedimientos médicos de rutina.
Según relatos de la afectada, se le prometió que durante la semana siguiente le devolverían su vehículo. Sin embargo, el miércoles 26, recibió un perturbador mensaje nocturno de un conocido, informándole que había visto a un individuo llevándose su motocicleta, utilizando métodos aparentemente ilícitos para arrancarla. A pesar de su urgencia por acudir a la comisaría, la hora avanzada de la noche le impidió actuar de inmediato, por lo que decidió presentarse al día siguiente.
Al llegar a la comisaría el jueves, se encontró con una solicitud sorprendente por parte de las autoridades: se le pidió que realizara una denuncia por el robo de su propia motocicleta, lo cual le pareció absurdo dado que consideraba que la motocicleta había sido robada mientras estaba bajo la custodia policial. Sin embargo, accedió a llevar a un testigo para corroborar los hechos.
Tras la declaración del testigo, todo pareció quedar en el olvido. No hubo más noticias ni avances en la investigación, y la afectada se encontró en una situación de incertidumbre respecto al paradero de su motocicleta. La única respuesta que obtuvo del comisario fue una petición al municipio para reforzar la seguridad de la comisaría, insinuando una supuesta vulnerabilidad en el establecimiento.
La situación tomó un giro aún más desesperante cuando la afectada recibió la noticia de que su motocicleta estaba siendo vendida a un precio de 350 mil pesos, con la amenaza de que sería vendida en la ciudad costera de Mar del Plata si no podía recuperarla a tiempo. La motocicleta, una YBR 250, única y preciada por su dueña, ahora se encontraba en manos desconocidas, sumiendo al afectado en la desesperación y la indignación.
