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Entrevista a Aníbal Zaldivar en Ser Cultura

Aníbal Zaldivar es un poeta, narrador y periodista nacido en Lomas de Zamora, residente en la ciudad desde 1969.

En la tercera edición del ciclo «Ser Cultura» tenemos el agrado de contar con la participación de Aníbal Zaldivar, nacido en Lomas de Zamora y residente de nuestra ciudad desde 1969.

Periodista, escritor, creador y director del Semanario «El Fundador» de Villa Gesell. Se desempeñó además en el Quincenario “Enfoques”, durante el año 1985, y el “Canal 2” entre 1985 y 1991. 

Guionista junto a Fernando Spiner del documental “Homenaje a los pioneros de Villa Gesell” (2002), y del largometraje “La Boya” (2018), el cual se estrenó en 2018 en el Festival de Mar del Plata, ese mismo año en Noviembre en el Goumont de Buenos Aires y durante dos veranos se ofreció gratuitamente en el Pinar del norte de Villa Gesell.

Escena de La Boya, aquí con el director Fernando Spiner. Ambos protagonistas y guionistas de la película.

Ganó el premio de Mejor película en el Festival Cine Del Mar de Punta del Este, Uruguay, y en Mejor documental en el Festival Cine de las Alturas de Jujuy, ambas en 2019. También a Mejor Director y Mejor Guión en el festival de Camboriú, Brasil, 2019. Y participó en festivales de España e Italia.

Cuenta con numerosos poemarios, ediciones físicas y novelas. Actualmente se encuentra trabajando en su último libro titulado: “La belleza del mundo”.

A continuación conversamos con él sobre sus orígenes y su experiencia en el mundo literario.

Presentación del libro El mar en todo (2013) en la librería Hojas del viento de mar Azul. Con Mónica García, Verónica Velez y Mariel Galarza (autora del arte de tapa)

¿Cuál fue el punto de partida que te llevó a relacionarte con las artes literarias y cómo fue que te sumiste en la escritura? 

Para mí la relación con la literatura tuvo un momento decisivo durante mi infancia. Cuando yo tenía 8 o 9 años mi hermana recitó un poema de memoria, cuando volvió de la escuela: La higuera, de Juana de Ibarborou. Recuerdo que me dio vergüenza verla delante de mis padres y  hermanos recitando con ademanes y gestos pomposos, pero algo en los versos que fueron convirtiendo la higuera –había una higuera gigante frente a nuestra casa, en un terreno baldío-, en algo humano, atravesado por sentimientos y emociones.

 Fue un impacto, que no entendí en su momento pero que luego sí entendí. Había sentido la emoción poética y creo que  luego quise reproducirla, leyendo y escribiendo poemas.  A los quince años escribí mi primera poesía, aquí en Villa Gesell, en el invierno de 1972.

Asistentes a la charla La poesía y el mar, Chalet de don Carlos.

¿Qué sustentos podes destacar dentro de tu proceso creativo? Ocasionalmente haces foco en hechos cotidianos? 

Te respondo como poeta, porque también me interesa la narrativa, pero son procesos diferentes. Cuando me preguntás por el proceso creativo, mi experiencia con la poesía es muy libre, en el sentido de aleatorio, y a la vez muy centrado. 

Lo central es que la poesía aparece cuando ella quiere y no hay una fórmula para que se nos revele. Entonces, yo creo en eso de la inspiración, en el sentido de que no tenemos control sobre lo que escribimos, al menos no tenemos un control absoluto, y solo podemos pensar y modelar un poco algo que ya se nos dio, una voz que surgió de algún lado y pudimos escuchar. 

Los poetas cuando hablan de la Musa, algo que viene desde el siglo 8 antes de Cristo, hablaban ya de eso, de una voz que se recibe. Así que lo que yo hago para escribir poesía es enfocarme en una intuición, y estar preparado para escuchar, ya sea leyendo, observando, pensando, y lo más difícil es callarse y tratar de hacer un espacio para que algo se escuche. 

Hay un viejo proverbio latino que dice “vacuae carmina mentis opus”. Quiere decir, “la poesía es obra de mentes vacías”. Vacías en el sentido de receptivas, no como ahora definimos como “cabeza hueca”, aunque pensándolo bien, podría ser eso de cabeza hueca para el proceso creativo. 

Y lo cotidiano en cuanto presente, es lo único posible para la poesía. Si recordás tu infancia para escribir un poema, también es tiempo presente, porque es tu infancia tal como la sentís ahora. 

Cuando empezó la cuarentena, me enfoqué en el contacto cotidiano con lo que me pasaba dentro de mi casa, en el jardín, empecé a ver las flores y plantas, y de ahí surgieron algunos poemas, de un contacto con esos seres que antes no veía porque pasaba de largo.

Imagen de una de las charlas en el chalet de don Carlos, de la poesía y el mar.

A nivel personal y posicionándote como lector.  ¿A qué géneros o tópicos te sientes inclinado en este último tiempo? ¿Crees que se vean influenciados por tu día a día o tu lectura se desenvuelve de una manera más selectiva?

Como te decía, hice un poemario con en estos meses que se titula Cuarentena y flores, que sumo a un libro que estoy por publicar que se llama “La belleza del mundo”. Así que en la  medida que puedo escribo poesía. En estos meses también me aboqué a terminar unas novelas que tengo escritas hace tiempo y nunca terminé. 

¿Estás trabajando en conservatorios? Si es así, ¿cómo se desarrollan dentro del contexto pandémico que estamos atravesando?

Lo que yo hago es dar charlas de poesía en diversos ámbitos. Lo más constante son los encuentros de “La poesía y el mar”. Un espacio que viene de muy lejos, porque yo empecé a seleccionar de los poetas que leía aquello que se relacionaba con el mar. 

Ya en 1983-84 publiqué en el semanario La Villa que salían por entonces algunos poemas sobre el mar de distintos autores. Y en 2008 empecé a dar las charlas en El Ventanal, cuando este centro cultural estaba en la Galería del Correo. En 2010 pasé a darlas en el Chalet de don Carlos, y hasta ahora lo hago todos los veranos. A causa de la pandemia, me propusieron dar las charlas por zoom, y desde el 18 de abril comencé a hacerlo cada sábado a la tarde, ya vamos por la charla número 18.

Presentación de La boya en la Casa de la Cultura de Villa Gesell.

Sabemos que sos un gran referente para nuestra ciudad y son destacables tus aportes a nuestra cultura local. ¿Cómo es tu relación con Villa Gesell a nivel artístico tanto como personal?

Vine a Villa Gesell en 1969 cuando mis padres se mudaron para crear el Colegio San Patricio. Yo tenía 12 años y al pasar mi adolescencia aquí, quedé totalmente apegado al paisaje sobre todo al mar. 

Sabemos que esa etapa de la vida es clave para nuestra identidad, por lo tanto aquella experiencia del secundario aquí, con cinco mil habitantes y toda la ciudad para nosotros fue muy fuerte. 

Luego de unos años  en Buenos Aires –desde los 17 a los 22, aunque venía todos los veranos y a veces también en invierno-, me instalé aquí y formé una familia y ya me dediqué a trabajar en periodismo y a la literatura, que era y es lo que más me interesa. 

Con mi actividad personal, en distintos campos, me relacioné fuertemente con Villa Gesell, y junto con el cineasta Fernando Spiner, también geselino desde los 70, cuando vino con sus padres, hicimos algunos aportes. 

El documental Homenaje a los pioneros de Villa Gesell, que se vio en la televisión pública por todo el país (2002), y la película La boya (2018), en la que Villa Gesell está muy presente, la ciudad y su gente, el paisaje, todo. 

Creo que por la difusión que tuvo la película, en nuestro país y en el exterior, es el hecho promocional más fuerte de la historia de la ciudad. Públicos de todas partes se preguntan: “¿dónde queda ese lugar? Quiero conocerlo…”

Proyecciones de la Boya en el pinar de Villa Gesell, bar el tinglado.

Desde tu larga trayectoria y experiencia en torno a la escritura. ¿Qué recomendaciones darías a quienes se sientan interesados/as en iniciarse en la escritura o la poesía? En muchas ocasiones un incentivo puede dar lugar a un primer paso dentro de este maravilloso mundo.

La poesía es una revelación y esto sucede de manera inesperada. Pero es obvio que la lectura de poesía y de literatura en general es un paso decisivo. Podés ser poeta sin ser lector, pero desarrollarse como poeta implica la lectura. Vos pintás, podés pintar con ingenuidad y está bien. Pero si te metés en el mundo de Tiziano, Miguel Angel, Rafael., Goya, Matisse o Picasso, ufff, te transformás, crecés.

Como te conté, escuchar el poema La higuera, de niño, me abrió el oído. El que sienta el impulso por escribir, que lea y lea todo lo que le apasione. Si algo lo aburre, que lo deje. Si algo lo apasiona, que se tire de cabeza. En realidad no va a poder evitarlo. Por eso es importante educar y difundir, para que la gente tenga la posibilidad de tener la experiencia poética.

Te invitamos a ver la sección de “Ser Cultura” haciendo clic aquí.

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Entrevista a Ismael Dajczak

Nos vemos la próxima!

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